lunes, 24 de diciembre de 2007

Feliz “Sol Invictus”

¿Alguna vez se han sentado a reflexionar sobre qué se celebra hoy? Claro que desde pequeños hemos sido programados para celebrar “la llegada del niño Jesús”, o “San Nicolás”… Quienes realmente están comprometidos con el cristianismo celebran el nacimiento de Jesús; sin embargo, quienes además de profesar una religión ejercemos la autocrítica nos preguntamos… ¿En qué parte de la Biblia dice que Jesús nació un 25 de diciembre? La respuesta es: en ninguna parte.

No hay ninguna evidencia histórica de que Jesús haya nacido un 25 de diciembre. Pero lo que sí nos dice la historia es que los romanos, justo antes de su conversión al cristianismo, celebraban del 22 al 25 de diciembre de cada año el nacimiento del Deus Sol Invictus, o el Dios Sol Inconquistado…

¿Qué es el Dios Sol?
Originalmente el festival se llamaba simplemente Dies Natalis Solis Invicti, o “el nacimiento del sol inconquistado”; pero el emperador Heliogábalo, de origen sirio, implantó una serie de medidas para que los romanos adoraran a la deidad Baal. Luego, esta misma fecha fue aprovechada por los seguidores del mitraísmo para adorar al dios Mitra. Todo esto dentro de ese gigantesco pasticho cultural llamado Imperio Romano.

¿Por qué se celebra ese día?
Principalmente porque los romanos mantenían que el solsticio de invierno era cada 24 de diciembre (según ellos, el día más corto del año). Ese día el sol “moría” sólo para resucitar al día siguiente: el 25 de diciembre.

¿Cómo llegó al cristianismo?
Cuando aparece en escena Constantino (el llamado “primer emperador cristiano”), el mitraísmo estaba muy difundido en Roma. Además, una de las festividades favoritas del pueblo era la Saturnalia, que se celebraba del 17 al 23 de diciembre y que incluía fiestas, banquetes e intercambio de regalos (¿les suena familiar?). El hecho es que Constantino se convirtió al cristianismo, realizó el Concilio de Nicea (de donde deriva el Credo Niceno, base fundamental del Catolicismo y de muchas corrientes del cristianismo); sin embargo, a pesar de la campaña llevada a cabo por el emperador, gran parte de la ciudad siguió manteniendo estas tradiciones.

Para echarle más leña al fuego, hay que recordar que la mayoría de los cristianos mantenían el sábado (último de la semana) como día de adoración del señor, como parte de la herencia judía. Por alguna razón bastante debatida, Constantino cambió este día al domingo, que para ese momento se llamaba solis (el primer día de la semana, de adoración al sol, contrario a lo que mandan las escrituras cristianas de guardar el último día). Teodosio, conciente del malestar que esto causaba entre los cristianos, le cambió el nombre al día y pasó a llamarlo dominicus o “día de adoración al señor”. Este decreto no llegó a los confines más norteños del Imperio Romano, cerca de Bretaña… Por esta razón, en inglés este día se sigue llamando sunday (día del sol).

¿Entonces, celebramos la llegada del Dios Sol?
Pues, la verdad no soy ninguna autoridad religiosa para dar respuesta a esa pregunta; ahora bien, si juzgamos por imágenes como esta…


…pues, verdaderamente habría que preguntarse si en vez de decir Feliz Navidad, mejor decimos…

¡Feliz Deus Sol Invictus!

domingo, 23 de diciembre de 2007

Thinking Blogger Award

En una especie de regalo navideño anticipado, Nessita le dio a este blog el premio Thinking Blogger Award.

Para mantener el protocolo, hay que seguir tres pasos:

1) Colocar un post enlazando a cinco otros blogs que me hagan pensar:


2) Colocar un enlace a la página original de los premios: aquí.

3) Exhibir orgullosamente mi Thinking Blogger Award:



¡Gracias a Nessita y a todos los que leen el blog! =)

sábado, 15 de diciembre de 2007

Incoherencias bolivarianas II: “la oposición apátrida”

Mucho hemos escuchado este término quienes vivimos en Venezuela. La oposición venezolana siempre ha sido clasificada como golpista, fascista, apátrida y pare usted de contar. Lo interesante es que hoy leía wikipedia y me encontré con esta definición:


“Según la Convención sobre el estatuto de los apátridas de las Naciones Unidas de Nueva York del 28 de septiembre de 1954, un apátrida es cualquier persona a la que ningún Estado considera destinatario de la aplicación de su legislación.

Esto puede ser debido a que la persona:

* Poseía la nacionalidad de un Estado que ha desaparecido, no creándose en su lugar ningún Estado sucesor.
* Ha perdido la nacionalidad por decisión gubernamental.
* Pertenece a alguna minoría étnica o de otra índole a la cual el gobierno del estado donde ha nacido le deniega el derecho a la nacionalidad. Por ejemplo, los refugiados.
* Ha nacido en territorios disputados por más de un país: por ejemplo, los beduinos.
* Una combinación de los dos motivos: por ejemplo, los kurdos, viven entre dos estados y ambos les niegan la nacionalidad propia.”


En resumen, un apátrida no es alguien que no quiere tener una nacionalidad, sino alguien a quien se le niega. Entonces, ¿tenemos una oposición apátrida?

jueves, 13 de diciembre de 2007

El verdadero saqueo

Gran parte de la opinión pública nacional (y diría yo, hasta continental) maneja la creencia de que la diferencia entre los países “desarrollados” y los países “en vías de desarrollo” tiene su causa en que los primeros saquean los recursos de los segundos. Yo creo que es verdad. Lo que en mi opinión merece una profunda reflexión es precisamente el apartado referido a los “recursos”.

En pleno comienzo del siglo 21, la mayoría del planeta ha dejado atrás conceptos como el mercantilismo para dar paso a la sociedad del conocimiento. Este concepto, que da preponderancia al capital humano como el recurso más valioso que tiene un país, parece darle cierto espacio humanista al tradicional enfoque tecnócrata del capitalismo.

Yo creo que este nuevo tipo de pensamiento tiene bastante razón, y para ello me remito al caso particular de Japón. Es una de de las economías más poderosas del mundo (incluso forma parte del G8), y se encuentra en una pequeña isla que apenas y tiene riquezas naturales. De todos los miembros del G8, Japón es probablemente el país con menor cantidad de superficie dedicada a la agricultura, y sin embargo es uno de los que más produce. ¿La razón? Tecnología de punta. Es así como el principal recurso de Japón no es el aluminio, ni el cobre, ni el petróleo, y ni si quiera el suelo fértil. Su recurso más preciado es su población; es decir, los japoneses... y de ésos sí que tienen bastantes.



En nuestro país, lamentablemente las elites económicas y políticas siguen dándole un enfoque bastante mercantilista al tema de los recursos. Nos meten entre ceja y ceja que somos un país rico porque tenemos petróleo, como si eso fuese el recurso más importante de nuestro país. Caso a estudiar, el paro petrolero del año 2002, cuando en represalia por este paro político fueron despedidos millares de trabajadores del sector. Contrario a las aspiraciones vengativas de la medida, muchos de ellos se encuentran en mejores condiciones laborales, trabajando en petroleras de otras latitudes y ayudando al desarrollo de otros países.

Cuando yo pienso que las grandes potencias del mundo saquean nuestro recurso más preciado, no me refiero ni al petróleo, ni al aluminio ni a nuestra selva amazónica. Las grandes potencias nos están quitando todo nuestro personal calificado, en gran parte por el conformismo de unas empresas a las que no les interesa invertir más en el bienestar de sus trabajadores, y en parte por un gobierno que promueve el éxodo de cualquiera que no proclame el eslogan de “patria, socialismo y muerte”.

Mientras siga el enfrentamiento político, la inseguridad y el desempleo, probablemente muchos venezolanos calificados decidirán emigrar, y países como Canadá y Australia seguirán haciendo su agosto llevándose a nuestra población calificada. No nos extrañe entonces que la brecha entre los países ricos y pobres siga creciendo, puesto que los países grandes se llevan a nuestro recurso más preciado: los venezolanos.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Sobre la violencia "justificada"

Mirada Global es una de mis revistas electrónicas favoritas. Es una publicación coordinada por la Compañía de Jesús, que resume artículos publicados en algunas de sus principales revistas en Iberoamérica. El abanico de temas incluye religión, política, economía y medios de comunicación… Todos temas de mi interés. Además, contiene una importante diversidad de enfoques y puntos de vista, con los cuales uno puede o no estar de acuerdo. La presenta entrada es, precisamente, para refutar este artículo de Víctor de Currea-Lugo.

Si pueden échenle un vistazo al enlace anterior y después siguen leyendo. Si de una vez quieren leer mi opinión al respecto, me permito decir que el artículo anterior me parece uno de los escritos más resentidos e ingenuos que he leído en mucho tiempo.

El pacifismo no es algo chévere o una moda. El pacifismo es una eterna búsqueda de armonía, conciliación y tolerancia entre los puntos de vista. Tal vez un ideal, ciertamente; pero creer que con un ejército se va a lograr aplastar a una disidencia y eventualmente todo el mundo va a pensar igual que el bando ganador, es también un ideal. Cuál de los dos es más inverosímil es una cuestión de ideología.

Más allá de que el artículo destila anti-uribismo a rabiar, lo más insólito para mí es un incomprensible e injustificado ataque a la figura de Mohandas Ghandi:

“Y luego me dirán que por ejemplo Gandhi logró la independencia con la paz. Pero, ¿cuál independencia? India hoy es un país podrido en la hambruna, la desigualdad y las castas; además el mismo Gandhi usó tropas contra los portugueses en Goa, y apoyó la lucha armada contra Hitler”

Tal vez este señor no sabe que en la actualidad la India representa uno de los crecimientos económicos más vertiginosos del mundo, y que amenaza con sobrepasar a la potencia china incluso antes de que éstos puedan considerarse una potencia económica mundial. Claro que esto, más allá de la independencia, se debe a ciertas políticas económicas gubernamentales de las cuales hablaremos en otras entradas.

Ahora, ¿qué es lo que quiere decir este señor? ¿Qué si la India hubiese librado una lucha armada contra Inglaterra estaría mejor económicamente? ¿O tal vez quiere decir que si todavía fuesen una Colonia Británica estarían en mejores condiciones? Ambas teorías resultan, por lo menos, bastante aventuradas.

Más adelante en el mismo artículo quizás hay indicios de la respuesta, cuando el individuo dice:

“En mi postura, las guerras que son guerras per se (guerras metodológicas), las guerras que no respetan a los que no participan de ellas, como es el caso de los civiles, las guerras cuyos fines no son justos, pues son guerras que no respaldo.”

Desde mi humilde punto de vista, este párrafo revela un nivel de ingenuidad y arrogancia que vale la pena discutir. La ingenuidad de decir “la guerra cuyos fines no son justos” se revela con una sola pregunta: ¿cuáles fines de la guerra son justos? ¿Acaso cree este señor que cualquier gobierno o pueblo que se embarga en una guerra no está completamente convencido de que sus fines son “justos”? ¿Acaso los gobiernos norteamericanos que han utilizado la guerra como motor económico no creen que esto está completamente justificado desde un punto de vista económico? ¿O los fundamentalistas islámicos que dicen que hay que hacer una intifada contra occidente y los “no creyentes” no ven una perfecta justificación religiosa? ¿Qué pueblo o soldado del mundo dice: “bueno, esta guerra es sumamente injusta… pero igual hay que pelearla”? Probablemente, nadie… Eso en cuanto a la ingenuidad.

En cuanto a la arrogancia sólo habría que preguntarle a este individuo si él cree que lo que para él es “justo” para todos los pueblos del mundo debería ser igual.

Creo que ya he puesto demasiadas citas del tal Currea-Lugo, así que me permitiré cerrar con una cita de un individuo que sí merece mi admiración: “No hay camino para la paz. La paz es el camino”. – Mohandas Gandhi.

jueves, 6 de diciembre de 2007

'30 Rock' o la autocrítica necesaria

En un momento en el cual las series de humor norteamericanas parecen pasar por su peor momento en décadas, 30 Rock se alza como una de las mejores opciones para hacer reír. La serie creada por Tina Fey (me mata esta mujer) cuenta con muchas razones para sacarle más de una carcajada a los espectadores: desde unos guiones tan fumados como Los Simpson, hasta una actuación de Alec Baldwin que le ha merecido el Globo de Oro.

En mi experiencia personal escribí durante cuatro años en un programa de humor y lidié con caprichos de ejecutivos y actores. La verdad, tengo muchas razones para sentir empatía con el personaje de Liz Lemon (Tina Fey [que insisto que me encanta]), pero lo que verdaderamente me sorprende de esta serie es que critique tan duramente a la NBC norteamericana… ¡siendo una producción de la propia NBC!

En el primer capítulo se critica que la General Electric, al comprar la NBC, movió el alto cuadro gerencial e introdujo a un vicepresidente de programación (Alec Baldwin) que lo único que sabía era hacer hornos microondas. En otros capítulos se critica cómo esta corporación es capaz de vender un producto que no funciona, simplemente colocándole la foto de un actor para que venda… E incluso en un momento cuando se manejó la posibilidad de una lluvia de demandas en contra, Jack Donaghy (Baldwin) ofreció la solución de vender el producto en un país donde no se respetaran mucho las leyes. "¿Qué te parece Venezuela?" Le preguntó éste al personaje de Tracy Morgan.

La cumbre llegó en el capítulo de esta semana cuando se presentó que todo el asunto del “cambio climático” era aprovechado por G.E. como una moda para vender productos más caros. Al final del episodio, en medio de una pelea corporativa, un globo terráqueo que formaba parte de la escenografía procede a quemarse en un accidente, mientras Liz Lemon grita: “Se dañó esta Tierra. ¿Tenemos una de repuesto?”.

El nivel de autocrítica que se presenta en esta serie no sólo alcanza a la NBC, sino a toda la sociedad norteamericana en general. ¿Será simplemente para causar al público la catarsis? ¿O será para neutralizar cualquier crítica de terceros ante la autocrítica que ellos mismos se aplican? Tal vez lo importante no es encontrar respuesta a estas preguntas, sino sentir que la clase empresarial gringa tiene claro cuáles son sus fallas y habla de ellas en voz alta, ejerciendo un nivel de autocrítica que ni sus más terribles detractores harían.

Lo más importante: la autocrítica habla de un nivel de madurez. Creo que en Venezuela diversos canales de TV, y tanto la clase política como la empresarial deberían empezar a tomar nota.

domingo, 2 de diciembre de 2007

La importancia de soñar

De chamo me gustaba bastante el animé japonés Mazinger Z. Lo veía casi todas las tardes probablemente en 1985, cuando tenía unos cinco años. Me sorprendió; sin embargo, descubrir recientemente que esta serie fue emitida en Japón apenas hacia el año 1972. Y no es que me sorprenda que llegase a Venezuela con más de diez años de retraso, (algo bastante común en aquella época en que no existían los canales por suscripción); la verdadera sorpresa me llegó porque Japón en esa época todavía no era una potencia tecnológica. ¿Por qué estaban haciendo series animadas sobre robots gigantes?

Cuando uno lee la historia de Japón, se encuentra con un país que quedó completamente devastado después de la Segunda Guerra Mundial, y profundamente atormentado por los bombardeos atómicos que propició Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Después vino un período de ocupación por parte de los aliados, hasta que finalmente hacia principios de la década de 1950 Japón volvió a ganar su soberanía. Fue entre este año y 1980 que ocurrió lo que los analistas e historiadores llaman el “milagro económico”, que consistió básicamente en un rápido crecimiento económico del país nipón.

Uno de los pilares de la economía del país asiático era la manufactura, la cual comenzó a desarrollarse inicialmente a partir de la transferencia de tecnología europea y norteamericana. No sería hasta la década de los 80’s que los japoneses finalmente comenzaran a erguirse como una potencia que estaba a la vanguardia de las más modernas investigaciones tecnológicas. Entonces, ¿por qué hacía diez años que Go Nagai se fumó esa lumpia de un robot gigante que salvaba Japón?

Si bien podríamos ponernos intensos a la hora de analizar cuál es la raíz mítica asiática que da lugar al arquetipo del robot gigante, creemos más provechoso enfocar la reflexión en otro sentido. ¿Fue un Japón sumamente moderno y tecnológico lo que influenció la aparición del género mecha? ¿O acaso no sería al revés, y fue la aparición de este género fantástico lo que poco a poco fue calando en el imaginario colectivo japonés lo que los hizo verse a sí mismos como un país que podría llegar a convertirse en la punta de lanza de la tecnología mundial? Tal vez, la realidad es que fueron ambas. Hoy Japón es un país que produce robots tanto en la ficción como en la realidad. Muy probablemente una nutre a la otra, y tratar de averiguar cuál fue la primigenia sería volver al cuento del huevo o la gallina.

Hago esta reflexión porque me preocupe, sinceramente, qué clase de cine, telenovelas y productos culturales hacemos los latinoamericanos. ¿Cómo nos vemos reflejados? ¿Qué clase de ciudadanos somos en nuestras historias de ficción? ¿Por qué siempre nos escudamos diciendo que “mostramos la realidad”? Creo que la calle que comunica a la realidad con la ficción es doble vía. A veces tenemos que permitirnos soñar un poco en la ficción para darnos esperanza en la realidad. Como dice la canción de Aerosmith: “sigue soñando hasta que tus sueños se hagan realidad”.

sábado, 1 de diciembre de 2007

El concepto de “pueblo”

A principios de este año tuve la oportunidad de trabajar en un documental sobre el pésaj o pascua judía. Sentado en la sala de edición, revisé y escuché cantidad de entrevistas a rabinos y autoridades religiosas judaicas. En medio de tantas frases, hubo una del rabino Pynchas Brener que todavía recuerdo con claridad: se refería al éxodo del pueblo judío al salir de Egipto, y cómo el vagar por el desierto los ayudó a construir el concepto de pueblo, y luego dijo “cuando los judíos dijimos: tu alegría es mi alegría, y tu dolor es mi dolor”.

La frase parece casi un cliché, pero creo que dentro de esa sencillez está muy bien definido el concepto verdadero de pueblo. Escribo esto en un momento en el cual Venezuela pareciera estar dividida en dos; dos mitades tan enemistadas que una se alegra con el dolor de la otra. El concepto de “pueblo” pareciera haberse perdido, en un momento en el cual un grupo de venezolanos sólo piensan en pasarle por encima a todo el que piensa diferente. Ahora existe un concepto abstracto de “pueblo” que sirve para justificar cualquier cosa. Así como en el pasado los estados religiosos justificaban cualquier acción inhumana amparados en la “voluntad de Dios”, los estados políticos de la actualidad lo hacen amparados en la “voluntad del pueblo”, un concepto ambiguo, abstracto y muy fácil de manipular.

Mañana será un día difícil para el país. Probablemente unos celebrarán y otros tendrán dolor. Ojalá los que celebren, no lo hagan para jactarse del dolor de otros. Después de todo, se supone que formamos parte de un mismo “pueblo”.