viernes, 3 de julio de 2009

Michael Jackson: la última superestrella

El fin de semana pasado me dediqué, entre otras cosas, a ver los homenajes que transmitieron MTV y VH1 para conmemorar la vida de uno de los iconos pop más importantes del siglo XX: Michael Jackson. Además de los canales tradicionales, también me dediqué a leer algunos de los blogs a los que soy asiduo, pues al parecer nadie se quedó de brazos cruzados ante la sorprendente desaparición del artista.

Uno de los post más originales que leí fue el de John Manuel Silva. Su enfoque es bastante interesante; y me llevó a reflexionar sobre el por qué la muerte de un artista puede afectar tanto a tanta gente en diversos lugares. Silva descompone muy bien lo que él llama las anécdotas personales, esas que tal vez nos brindaron la ilusión de que Jackson estaba cerca en cada una de nuestras vidas. Yo mismo tendría varios cuentos que podría sacar a relucir, aunque no sé si sea del interés de los lectores de este blog tanta autorreferencia.

Pero más allá de esa ilusión de cercanía, creo que la desaparición física de Jackson marca no sólo el fin de una etapa de cada una de nuestras vidas, sino que pasa a significar el fin de toda una era en la cultura pop: la era de las superestrellas.

John Norris, el eterno conductor de Mtv News en la década de los 80s y 90s, comentó en este especial que la palabra "superestrella" es un término que en la actualidad se utiliza a la ligera y para calificar a cualquier celebridad que esté disfrutando de sus 15 minutos de fama. Yo coincido con él, puesto que el estatus de celebridad que alcanzó Michael es algo que nadie ha alcanzado y muy probablemente, no volverá a ocurrir.

El impacto de Michael Jackson como celebridad era que hacía que lo difícil se viera fácil. Si quería salir en MTV (un canal que no transmitía música "de negros") hacía un video como Billie Jean y lo lograba. Si quería hacer una canción tenebrosa podía conseguir a Vincent Price para que hiciera voces fantasmales. Si quería hacer un video de pandillas, llamaba a Martin Scorcese para que lo dirigiera. Si hacía un video sobre baloncesto, entonces aparecía jugando baloncesto con Michael Jordan. Si necesitaba una modelo para un video sexy, llamaba a Naomi Campbell.

Todo esto se dice fácil ahora, porque Jackson lo hizo en su momento, pero la realidad es que eso fue algo único, y probablemente irrepetible. ¿Se imaginan a Christopher Nolan dirigiendo un video de Justin Timberlake o Usher? ¿En algún momento de la historia alguien volverá a gastarse siete millones de dólares en un video musical como Scream? Probablemente no, porque el mundo ha cambiado, la música ha cambiado y el negocio del entretenimiento ha cambiado.

El fin de Michael no representa el fin de un movimiento musical, como puede haber sido el caso de Kurt Cobain; pero lo cierto es que sí representa el fin de un momento en la historia musical que más nunca volverá a repetirse.

Q.E.P.D. Michael Jackson, la última superestrella.

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